Han pasado dos semanas y sigo sin noticias...
Era una mañana muy fría y sonó el despertador como cualquier otro día infernal de invierno. Yo siempre me levantaba media hora antes que él...pero casi todos los días, conseguía que se levantase al mismo tiempo que yo y desayunábamos juntos, era un ratito increible.
Aquel día tu cara reflejaba un cambio, estabas preocupado, sabías que nada iba a volver a ser como había sido hasta ahora:
-¿A qué hora sale el avión?
-A las 6.10 p.m., llegaremos allí por la noche.
-Ten mucho cuidado, ¿Vale?
-Cariño no te preocupes, todo va a salir bien. Antes de que te des cuenta estaré de vuelta y todo volverá a ser como hasta ahora.
-Te queiro
-Yo también te quiero.
Se marchó a la habitación, se vistió cogió una maleta enorme y vino a despedirse. Me dio el abrazo más profundo que nunca nadie me había dado hasta ahora, me miró con ojos de apoyo y nos fundimos en un beso, el más largo y sentido de toda mi vida.
Me dijo adiós con lágrimas en los ojos, los dos confiábamos en vernos pronto, pero en fondo conocíamos los riesgos. Sabíamos que podía ser el último beso, el último abrazo, la última caricia...
Yo me despedí de él como pude, no aguantaba las despedidas y menos ésta, era muy dolorosa.
-Cuidate mucho, y no te olvides de escribir. Así estaré más tranquila
-Descuida, no me olvido, no haré otra cosa en el día y en la noche que no sea pensar en tu sonrisa.
-Te quiero
-Adiós.
Manuel era un hombre maravilloso. Era de expresión seria, pero cuando te miraba ocn esos ojos profundos, te dabas cuenta de que era un hombre ejemplar. Era cariñoso, bueno, atento y muy respetuoso. Me hacía reir, y eso me encantaba.
Pero había algo que no era tan perfecto, su trabajo.
Manuel nunca había sido destinado a ninguna misión importante fuera de nuestras fronteras, pero esta vez fue diferente. Se tuvo que marchar a una de las zonas más conflictivas del momento y no pudimos hacer nada por evitarlo.
"Son las 6, seguro que está a punto de salir. Ójala que todo salga bien y que pronto pueda volver a tenerle en casa"
De estas palabras, han pasado ya dos semanas. Me he puesto en contacto con sus superiores, y aseguran que todo va bien, que no existe riesgo, de momento, y que todos los soldados están en perfectas condiciones. Me aseguraban que si no se ponía en contacto conmigo, era porque no podría.
Pero yo sabía qeu no era cierto. Manuel siempre cumple sus promesas y el prometió que nunca dejaría de pensar en mí y que me escribiría. Él nunca falta a su palabra...si no escribe, es porque algo no debe ir bien.
Era de noche, y de repente sonó el teléfono. Yo estaba sentada en el sillón mirando aturdida el televisor, desde que se marchó no tengo ningún interés, sólo pienso en sus manos, en su mirada...
Descolgué y una voz aturdida y apagada me llamó:
-¿Helena?
-Sí, ¿Quién eres?
-Soy yo, Manuel.
De repente la expresión de mi cara se transformó en una amplia sonrisa y mis manos empezaron a temblar.
-¡Manuel! ¡Oh Dios mío! ¿Cómo estas? ¿Estás bien?, espero que no te haya pasado nada...
-Tranquila cariño, estoy bien. Aunque he de contarte algo.
-¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?
-Sí, bueno en realidad no. Verás regreso en 5 días...algo no ha funcionado.
-¿5 días? ¡Eso es maravilloso!. Pero...¿Ha pasado algo?
-Ahora no te puedo contar, sólo espero que cuando regrese nad ahaya cambiado, te voy a necesitar más que nunca.
-Te quiero, y nada va a cambiar las cosas. Hemos pasado situaciones duras y no tan duras. Estoy segura de que juntos seremos capaces de todo.
Cada minuto y cada segundo de los próximos 5 días, se hicieron años. El tiempo no pasaba y todo se hacía eterno y lento. Pero llegó el día...
Fui a esperar el avión que traía a Manuel y al resto de sus compañeros. Al llegar a la base descubrí que estaba sola...no había nadie, ni familia, ni amigos...ni siquiera estaban los altos cargos esperando al pelotón.
De pronto se acercó a mi un hombre alto y desgarbado, con el pelo cano y un bigo te interminable. Me preguntó si era la esposa de Manuel y yo se lo confirmé. Pero algo no me gustaba.
A los 40 minutos un avión llegó a la base, todo seguía igual. Estaba sola esperando a toda esa gente. Bueno lo importante era volver a ver a Manuel, le había hechado tanto de menos...que no podí aimaginar un minuto más sin él...
-¡Manuel!
-Ya estoy aquí. Respondió una voz débil desde dentro del avión.
De repente un armatoste enorme salió del avión, era como una silla gigante y aparatosa.
El hombre desgarbado de pelo cano se acercó a mi e intentó advertirme de la situación, peor ya era tarde. Manuel salía del avión en volandas. Dos compañeros lo traían como si él sólo no pudiera...
Me acerqué corriendo y pregunté. Pero Manuel con lágrimas en los ojos me dijo:
-Te dije que las cosas no iban a ser fáciles, siento haberte decepcionado.
-Manuel no digas eso, ¿Qué te ha pasado? ¿Qué les ha pasado a tus piernas? ¿Cómo ha sido?
-Soy un inutil, no sirvo para nada. Entiendo que ahora no quieras estar conmigo.
Yo no puede evitarlo y rompí a llorar. Me dolía mucho ver a Manuel desbalido y tan frágil. También me costaba hacerme a la idea de la situación, pero lo que más me dolía era que Manuel pensara que le iba a abandonar.
Jamás haría algo así, Manuel es mi vida y por muchas dificultades que tengamos, siempre va a ser así.
Poco a poco, nos fuimos adaptando a esta nueva vida que nos había tocado tener juntos. Manuel no lo asumía del todo, peor yo cada vez era más fuerte y siempre intentaba que Manuel viese en mi rostro esa sonrisa de la que estaba tan enamorado.
Esto fue una experiencia más que nos hizo madurar y comprender el sentido de la vida. Yo quiero a Manuel como si fuera el primer día y yo sé que él se siente mal poruqe piensa que estoy a su lado por compasión, peor cada día que pasa intento demostrarle que mi amor por el cada vez es más grande y que los baches están ahí, simplemente hay que saber sobrepasarlos.
Era una mañana muy fría y sonó el despertador como cualquier otro día infernal de invierno. Yo siempre me levantaba media hora antes que él...pero casi todos los días, conseguía que se levantase al mismo tiempo que yo y desayunábamos juntos, era un ratito increible.
Aquel día tu cara reflejaba un cambio, estabas preocupado, sabías que nada iba a volver a ser como había sido hasta ahora:
-¿A qué hora sale el avión?
-A las 6.10 p.m., llegaremos allí por la noche.
-Ten mucho cuidado, ¿Vale?
-Cariño no te preocupes, todo va a salir bien. Antes de que te des cuenta estaré de vuelta y todo volverá a ser como hasta ahora.
-Te queiro
-Yo también te quiero.
Se marchó a la habitación, se vistió cogió una maleta enorme y vino a despedirse. Me dio el abrazo más profundo que nunca nadie me había dado hasta ahora, me miró con ojos de apoyo y nos fundimos en un beso, el más largo y sentido de toda mi vida.
Me dijo adiós con lágrimas en los ojos, los dos confiábamos en vernos pronto, pero en fondo conocíamos los riesgos. Sabíamos que podía ser el último beso, el último abrazo, la última caricia...
Yo me despedí de él como pude, no aguantaba las despedidas y menos ésta, era muy dolorosa.
-Cuidate mucho, y no te olvides de escribir. Así estaré más tranquila
-Descuida, no me olvido, no haré otra cosa en el día y en la noche que no sea pensar en tu sonrisa.
-Te quiero
-Adiós.
Manuel era un hombre maravilloso. Era de expresión seria, pero cuando te miraba ocn esos ojos profundos, te dabas cuenta de que era un hombre ejemplar. Era cariñoso, bueno, atento y muy respetuoso. Me hacía reir, y eso me encantaba.
Pero había algo que no era tan perfecto, su trabajo.
Manuel nunca había sido destinado a ninguna misión importante fuera de nuestras fronteras, pero esta vez fue diferente. Se tuvo que marchar a una de las zonas más conflictivas del momento y no pudimos hacer nada por evitarlo.
"Son las 6, seguro que está a punto de salir. Ójala que todo salga bien y que pronto pueda volver a tenerle en casa"
De estas palabras, han pasado ya dos semanas. Me he puesto en contacto con sus superiores, y aseguran que todo va bien, que no existe riesgo, de momento, y que todos los soldados están en perfectas condiciones. Me aseguraban que si no se ponía en contacto conmigo, era porque no podría.
Pero yo sabía qeu no era cierto. Manuel siempre cumple sus promesas y el prometió que nunca dejaría de pensar en mí y que me escribiría. Él nunca falta a su palabra...si no escribe, es porque algo no debe ir bien.
Era de noche, y de repente sonó el teléfono. Yo estaba sentada en el sillón mirando aturdida el televisor, desde que se marchó no tengo ningún interés, sólo pienso en sus manos, en su mirada...
Descolgué y una voz aturdida y apagada me llamó:
-¿Helena?
-Sí, ¿Quién eres?
-Soy yo, Manuel.
De repente la expresión de mi cara se transformó en una amplia sonrisa y mis manos empezaron a temblar.
-¡Manuel! ¡Oh Dios mío! ¿Cómo estas? ¿Estás bien?, espero que no te haya pasado nada...
-Tranquila cariño, estoy bien. Aunque he de contarte algo.
-¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?
-Sí, bueno en realidad no. Verás regreso en 5 días...algo no ha funcionado.
-¿5 días? ¡Eso es maravilloso!. Pero...¿Ha pasado algo?
-Ahora no te puedo contar, sólo espero que cuando regrese nad ahaya cambiado, te voy a necesitar más que nunca.
-Te quiero, y nada va a cambiar las cosas. Hemos pasado situaciones duras y no tan duras. Estoy segura de que juntos seremos capaces de todo.
Cada minuto y cada segundo de los próximos 5 días, se hicieron años. El tiempo no pasaba y todo se hacía eterno y lento. Pero llegó el día...
Fui a esperar el avión que traía a Manuel y al resto de sus compañeros. Al llegar a la base descubrí que estaba sola...no había nadie, ni familia, ni amigos...ni siquiera estaban los altos cargos esperando al pelotón.
De pronto se acercó a mi un hombre alto y desgarbado, con el pelo cano y un bigo te interminable. Me preguntó si era la esposa de Manuel y yo se lo confirmé. Pero algo no me gustaba.
A los 40 minutos un avión llegó a la base, todo seguía igual. Estaba sola esperando a toda esa gente. Bueno lo importante era volver a ver a Manuel, le había hechado tanto de menos...que no podí aimaginar un minuto más sin él...
-¡Manuel!
-Ya estoy aquí. Respondió una voz débil desde dentro del avión.
De repente un armatoste enorme salió del avión, era como una silla gigante y aparatosa.
El hombre desgarbado de pelo cano se acercó a mi e intentó advertirme de la situación, peor ya era tarde. Manuel salía del avión en volandas. Dos compañeros lo traían como si él sólo no pudiera...
Me acerqué corriendo y pregunté. Pero Manuel con lágrimas en los ojos me dijo:
-Te dije que las cosas no iban a ser fáciles, siento haberte decepcionado.
-Manuel no digas eso, ¿Qué te ha pasado? ¿Qué les ha pasado a tus piernas? ¿Cómo ha sido?
-Soy un inutil, no sirvo para nada. Entiendo que ahora no quieras estar conmigo.
Yo no puede evitarlo y rompí a llorar. Me dolía mucho ver a Manuel desbalido y tan frágil. También me costaba hacerme a la idea de la situación, pero lo que más me dolía era que Manuel pensara que le iba a abandonar.
Jamás haría algo así, Manuel es mi vida y por muchas dificultades que tengamos, siempre va a ser así.
Poco a poco, nos fuimos adaptando a esta nueva vida que nos había tocado tener juntos. Manuel no lo asumía del todo, peor yo cada vez era más fuerte y siempre intentaba que Manuel viese en mi rostro esa sonrisa de la que estaba tan enamorado.
Esto fue una experiencia más que nos hizo madurar y comprender el sentido de la vida. Yo quiero a Manuel como si fuera el primer día y yo sé que él se siente mal poruqe piensa que estoy a su lado por compasión, peor cada día que pasa intento demostrarle que mi amor por el cada vez es más grande y que los baches están ahí, simplemente hay que saber sobrepasarlos.
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